Las playas de Altea se sitúan en un municipio ubicado en un altozano. Porello la población de Altea domina un amplio sector de la Costa Blanca. Sus empinadas callejuelas, sus encaladas edificaciones, calles empedradas con mimo, glorietas, miradores; todo un conjunto donde el arte, la artesanía y la gastronomía se funden como en ningún otro sitio de la Costa Blanca. Sus más de ocho kilómetros de costa y la prodigiosa Sierra de Bèrnia elevándose sobre el horizonte producen una combinación de paisajes con el mar y la montaña como protagonistas que desde siempre ha atraído a multitud de turistas locales y extranjeros. Pero Altea ha ido un paso más allá y ha sido capaz de atraer manifestaciones culturales de toda índole, integrar a las gentes llegadas de otras latitudes y pese a todo mantener su más profunda esencia. En las cercanías de la población, y como vestigio de un pasado donde predominaba la agricultura, encontramos la calmosa Altea la Vella, estratégico punto para iniciar actividades
por la Sierra de Bèrnia. En las faldas de la sierra, paraíso de excursionistas y amantes de lo natural, el intrigante Fuerte de Bèrnia, mandado construir por Felipe II en 1562 para defender la costa de los piratas y prevenir al tiempo las revueltas moriscas. En la distancia atrae la atención del visitante la
cúpula de azul cobalto de su iglesia parroquial convertida en un icono, un auténtico símbolo de la costa no ya de Alicante sino de toda la Comunitat Valenciana. Altea merece la pena.

Playas de Altea

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